para dar cuenta de
una ética que visibiliza verdades elusivas /
ocultas a la política?
Jacques Rancière considera que la política se sostiene en prácticas estéticas que por un lado afirman la identidad de la nación, bajo la administración del Estado, y por otro interpretan la situación del extranjero o el desposeído, excluido de la consideración de ciudadano.
Para este filósofo la desigualdad del consenso puede eclosionar en las reivindicaciones de colecti-vos del arte que busca restablecer el lazo social, o denunciar la negligencia del gobierno en abusos que no frena, porque no se da cuenta que de verdad está perpetuando un sistema que silencia las voces de los disidentes. Luego ellos comienzan a hacer memoria de una catástrofe social anterior al presente del disenso en que se lucha por hacer valer los derechos humanos para devolver libertades y hacer que la política se reestructure bajo la acción de una ética que dirija su acción hasta la inclu-sión de los hombres a una pertenencia y destino común.
Veladamente Ranciére sugiere prudencia, pues desde el reclamo se pasa al enfrentamiento, y como vemos en Francia, a partir del juego del verlan se propaga el desprecio y el terror. El arte que elige Rancière es sórdido, como cine de vejaciones, instalaciones con objetos o fotos de muertos de guerra. Pero, por otro lado, estas obras se hacen arquetipo de la responsabilidad social de la política y del giro ético que ha desmentido a la revolución violenta como promesa de emancipación.
Quien elude cree el disfraz, mientras quien tiene el poder enmascara su ethos con la promesa de beneficiar al pueblo, que finalmente incumple desde la ideología que permanece oculta.